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¿La contaminación nos hace engordar? La inquietante tesis que vincula toxinas con la obesidad

Las toxinas en el ambiente —en el agua, aire, envases de alimentos, productos de higiene personal y de limpieza del hogar, muebles o aparatos electrónicos— tienen un impacto en la epidemia mundial de obesidad, de acuerdo con recientes estudios que ponen el foco a los llamados “obesógenos” y cómo afectan a la forma en que el cuerpo controla el peso.

La obesidad mundial se ha triplicado desde 1975 y está aumentando en todos los países entre mayores y niños. ¿Y si las toxinas tuvieran un papel? Esta es la inquietante tesis de un nuevo estudio que podría obligar a revisar la forma en que consideramos hoy la obesidad.

Los contaminantes citados por los investigadores como causantes del aumento de la obesidad son el bisfenol A (BPA), que se añade ampliamente a los plásticos, así como algunos pesticidas, retardantes de llama y la contaminación atmosférica.

Estos contaminantes, señalan los estudios, podrían transmitirse de generación en generación.

"Los clínicos se centran en las calorías: si comes más calorías, vas a estar más gordo", dijo Jerrold Heindel, autor principal de uno de los tres trabajos de revisión y antiguo miembro del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de EEUU, en declaraciones a The Guardian. "Así que esperan hasta que te vuelvas obeso, y entonces estudian la posibilidad de darte dietas, fármacos o cirugía".

"Si eso funcionara realmente, deberíamos ver un descenso en las tasas de obesidad. Pero la obesidad sigue aumentando, especialmente en los niños. La verdadera pregunta es: ¿ por qué la gente come más? El paradigma obesogénico se centra en eso y proporciona datos que indican que estas sustancias químicas son las que pueden hacerlo".

Obesógenos que están en todas partes

Tres artículos elaborados por más de 40 científicos, que citan 1,400 artículos, se refieren a estos obesógenos, sustancias químicas que están en todas partes: en el agua y el polvo, en los envases de los alimentos, en los productos de higiene personal y de limpieza del hogar, en los muebles y en los aparatos electrónicos.

La revisión identifica unas 50 sustancias químicas con efectos obesogénicos a partir de experimentos en células humanas y animales, y de estudios epidemiológicos en personas. Entre ellas se encuentran el BPA y los ftalatos, también un aditivo del plástico. Un análisis realizado en 2020 sobre 15 estudios encontró una relación significativa entre los niveles de BPA y la obesidad en adultos en 12 de ellos.

Otros obesógenos son los plaguicidas, incluidos el DDT y el tributo de estaño, los antiguos retardantes de llama y sus nuevos sustitutos, las dioxinas y los PCB, y la contaminación atmosférica. Varios estudios recientes relacionan la exposición al aire sucio en los primeros años de vida con la obesidad.

La revisión también nombra a los compuestos PFAS -llamados "productos químicos para siempre" debido a su longevidad en el medio ambiente- como obesógenos. Se encuentran en los envases de los alimentos, en los utensilios de cocina y en los muebles, incluidos algunos asientos de carro para niños. Un ensayo clínico aleatorio de dos años publicado en 2018 encontró que las personas con los niveles más altos de PFAS recuperaron más peso después de la dieta, especialmente las mujeres.

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